El performance en Ex Teresa fue sencillo.
El público se formó en una fila y fueron entrando individualmente o en pequeños grupos. Yo los recibía con un seco: chica, mediana o grande. Una vez conociendo su talla les entregaba una camiseta rosa con la leyenda I ♥ Mexican ♀ performance artists y les pedía que se la pusieran. A continuación los fotografiaban y antes de pasar a sentarse les daba un papelito con una dirección de FB y un hashtag para twitter.
Cuando se acabaron las 75 camisetas pasé al frente y me senté en una pequeña mesa con la computadora, doce caballitos inclinados y una botella de tequila. Frente a mí, en el suelo estaba una canasta con las muñecas de trapo que usé en la serie de fotos que presenté para abrir cada relato tanto en la conferencia como en este blog. Del lado derecho había un rack con una docena de camisetas colgadas y al fondo una gran pantalla con las imágenes que acompañaron la plática.
A lo largo de aproximadamente una hora expuse mis hallazgos sobre las formas en las que las performanceras han abordado cuestiones de identidad nacional en su obra. Con cada nuevo tema, me bebía un tequila. Al final hubo una larga sesión de diálogo con el público.
Las conclusiones a las que llegué en mi visita al Archivo de Ex Teresa son las siguientes:
1.- En la gran mayoría de los casos, a las performanceras mexicanas nos duelen la identidad nacional y la patria.
2.- En muchos casos, las grandes narrativas nacionales se convierten en algo íntimo y personal en manos de las performanceras.
3- En términos de la identidad nacional, las performanceras no existimos, pero no hay nada que indique que tiene que seguir siendo así. Si hasta ahora hemos sido invisibles, habrá que hacernos visibles.
Termino con una selección de las fotografías que tomó esa noche Yuruen Lerma.
15 de enero de 2014
