Lunes, 26 Enero 2015 17:28

Visita al archivo del Chopo: 17 de septiembre de 2014. La reunión

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Hoy me reuní con Emma Cecilia y nos la pasamos sensacional. Platicamos, compartimos recuerdos, discutimos ideas, comimos, nos reímos, nos dimos cuenta de cuántos detalles se nos han olvidado y nos sorprendimos del transcurso de un tiempo escurridizo de mil maneras. Grabé todo.

Emma fue la curadora de la muestra, que aunque no se trató de la primera exposición de Arnold Belkin en el museo, sí inauguró su propuesta. Según ella, a Belkin le interesaba mucho apoyar a los artistas jóvenes. A la par de Una Década emergente se presentó una exposición titulada Maestros del dibujo, con superestrellas como Cuevas, Felguérez por lo que asistieron a su apertura, entre otros, los Tamayo y Lola Álvarez Bravo, etc. Fue una inauguración multitudinaria, como solían serlo en esos tiempos. Desafortunadamente no me acuerdo para nada. Ni siquiera sé si asistí. La triste historia de la memoria.

El tema de los archivos surgió inmediatamente porque para cuando Emma planteó la segunda exposición, el archivo de la primera ya no existía. Aparentemente hubo una inundación en el baño en el que guardaban los expedientes y se perdió. La triste historia de los archivos de arte en México.

Hablamos sobre la importancia de algunos funcionarios como Belkin y Helen Escobedo quienes fueron excelentes promotores del arte joven. Según Emma también lo fue Fernando Gamboa desde el MAM, especialmente a través de Artes Visuales en donde no sólo se mostraba el trabajo de jóvenes, sino de propuestas que en ese momento todavía eran “alternativas”, por lo menos en México. De hecho, como le comenté a Emma, yo me fui a estudiar al Woman’s Building porque en un número de la revista de 1975 que dedicaron a las mujeres artistas publicaron una entrevista con Judy Chicago y me enteré que existía. La revista fue un detonador importante. Yo más bien pienso que la que estaba detrás de todo esto es Carla Stellweg, su directora.

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Foto: Mónica Mayer

Emma me platicó del proceso de selección de artistas para ambas exposiciones, tanto de las ideas como de las grillas. Por ejemplo, mencionó que hubo artistas que llamaron a Belkin porque se habían enterado de la muestra y querían que los incluyeran, lo cual me parece interesante porque a mí jamás se me hubiera ocurrido hacer eso.

Aunque en mi texto planteo que los criterios para delimitar a una “generación” son muy distintos para hombres y mujeres artistas, a la distancia me parece elemental el criterio “edad” para una curaduría, máxime si lo que se quiere es mostrar una nueva visión del arte. Quizá no lo podía (o quería) ver entonces porque era parte del proyecto, pero ya en su momento Raquel Tibol criticó este criterio en su artículo Forzada Confrontación del 18 de febrero de 1984 en Proceso #381: “Los cortes cronológicos resultan inadecuados para ponderar las corrientes que van surgiendo en el arte contemporáneo. Ante muchísimas de las casi 200 obras expuestas abajo se antoja exclamar: ¡Qué viejos están los jóvenes artistas de México! ¡Qué poco arriesgan!” Tibol tenía toda la razón: ser joven no implica ser propositivo. Hoy pienso que la curaduría no sólo se quedó corta, sino que resultó un contrasentido: de una generación que se dio a conocer por el trabajo colectivo, político y sobre soportes no tradicionales, a esta muestra se invitó principalmente a quienes pintaban y la mayoría lo hacían de manera bastante convencional.

Emma comentó que ha platicado con varios colegas que participaron en la exposición y que hoy sienten que están metidos en un hoyo negro ya que son una generación sándwich que se quedó entre La Ruptura y el arte contemporáneo. Creo que esto es particularmente agudo en el caso de los pintores porque de alguna manera el trabajo de quienes abrieron brecha para el arte actual ya están siendo “rescatados” a través de expos como la del No Grupo en el MAM hace unos años o la de Pola Weiss en el MUAC que recientemente cerró.

La plática siguió y también comentamos sobre el catálogo, que es muy curioso porque incluye información de ambas exposiciones. Como el primero no se pudo hacer, Emma aprovechó el material reunido y lo publicó en el segundo.
cat 11  cat 12 Fotos: Mónica Mayer

También me platicó que Alberto Castro Leñero efectuó un tipo de “residencia” en el museo durante la exposición que consistió en estar en una sala pintando durante el día a manera de estudio. Aparentemente el evento tuvo mucho éxito entre el público. No lo recuerdo para nada.

La plática nos llevó por muchos caminos, incluyendo naturalmente las amargas quejas por las dificultades que tenemos artistas, gestores, críticos y curadores independientes para sobrevivir, lo cual no es nada sorprendente viviendo en un país en el que 40% de la población vive en pobreza extrema. Rematamos la tarde viendo documentos de la muestra que había encontrado Emma, entre ellos invitaciones, bocetos, fotografías de los artistas y catálogos de sus exposiciones. Imagen20Fotos: Mónica Mayer

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