Foto Juan Diego Pérez de la Cruz
La Verdi, según sus propias palabras, es “un proyecto cooperativo destinado a estudios de artistas, que fomenta la investigación de procesos artísticos e interdisciplinarios, generando diversas actividades que buscan desarrollar y abordar problemáticas de la escena contemporánea”. Gracias a Ana Gallardo, este sorprendente espacio independiente fue una de las sedes más importantes del Laboratorio de Arte y Violencia de Género (LAV).
Foto Juan Diego Pérez de la Cruz
La primera actividad que tuve en La Verdi fue el sábado 7 de julio, aunque había visitado el lugar un par de días antes porque ahí estacionamos El Tendedero un par de días. En esa ocasión, me enseñaron el espacio en el que se llevaría a cabo el taller y yo entré en pánico porque era el estudio de un artista y, como cualquier taller, estaba lleno de cosas. No me imaginaba cómo íbamos a caber las 15 personas que estábamos contemplando.
Foto Juan Diego Pérez de la Cruz
Como por magia, el sábado en la mañana llegamos y aparte de los muebles, el espacio estaba completamente despejado y los trabajos del colega bien protegidos.
Fotos Juan Diego Pérez de la Cruz
El taller se llevó a cabo a lo largo de un día frío y lluvioso en dos sesiones. Hablamos, intercambiamos historias, les platiqué de mis experiencias con el arte feminista y el feminismo, salimos a comer, compartimos mate, disfruté estar con las amigas que ya tengo en Buenos Aires, como mi querida Aidana María Rico, performancera a quien conocí hace años en Venezuela y a Magdalena Pagano de Mujeres Públicas la célebre colectiva argentina de arte y empecé a conocer a artistas, maestras y activista, como Mara Rodríguez y Majo Vidal, gracias a quienes posteriormente se reactivó El Tendedero en otros ámbitos.
Para el 9 de julio se inauguró la exposición LAV en La Verdi que reunió a varias artistas que trabajamos temas de violencia y Lorena Wolffer, María Laura Rosa y yo hablamos del proyecto y un poco de nuestra obra. Yo veía aquel espacio de trabajo y no me imaginaba cómo podía de un momento a otro convertirse en un espacio de exhibición. De por sí había sido casi milagroso que se convirtiera en sede del taller, pero sucedió.
Hubo lleno total, sirvieron unas lentejas maravillosas y la plática con distintas colegas se prolongó varias horas.
Fotos Mónica Mayer
Por su flexibilidad, en esta ocasión decidí presentar ARCHIVA: Obras maestras del arte feminista. La coloqué sobre una mesa, para que el público pudiera tomar cada hoja y leerla. La pieza empezó muy ordenadita y acabó totalmente despeinada.
Esa noche saludé a Natalia Revale, a quien había conocido en México y quien en este viaje nos haría el favor de llevarnos a la estación de tren que tomaron artistas y comunidad para mantener la memoria de Darío Santillan y Maxi Kosteki, asesinados en ese sitio en 2002.
Fotos Mónica Mayer
En la exposición en La Verdi participó con otras compañeras con una serie de carteles del movimiento Vivas nos queremos.
También estuve platicando con las integrantes del colectivo arteMA (Amalia Boselli, Mariana Castro, Flor Cacciabue, Carolina Guiñazú y María Laura Vázquez) que tienen un proyecto llamado Vomite todo aquí. El proyecto incluyó una serie de acciones invitando al público a vomitar a través de textos todo aquello que ya no soportaban y con las respuestas editaron un libro. Nos agarramos platicando felices de la vida y quedamos en apropiarnos de nuestras piezas mutuamente. Más adelante les cuento como ellas ya cumplieron con su parte. Yo a principios de 2019, todavía no lo he hecho.
Esa noche tuvimos la dicha de contar con la presencia de Mabel Gómez Oliver, la embajadora de México y Diego de Vega, el agregado cultural, quienes a lo largo del proyecto fueron cómplices solidarios, eficientes y cariñosos.
Siempre recordaré a La Verdi con mucho cariño. Es un lugar de trabajo y de encuentro maravilloso.
Las fotos que no están identificadas es porque perdí el dato. Si lo conocen, pásenmelo para incluirlo.
Mónica Mayer
Marzo 2019
