espacio

Víctor Lerma: geometría, esmog y sueño

Viernes 13 de julio de 1990.
Novedades

Lo nuevo de la obra plástica de Lerma es su atinada situación del geometrismo, ahogado fantásticamente en el nebluno urbano como tatuaje

Las tendencias neoplásticas, constructivistas y hasta neoconcretas de este siglo pretendieron articular una
estética pura, ajena a la realidad física exterior, inmersa en si misma, o sea en los elementos propios de la pintura: forma, línea, color, espacio interrelacionados puramente sin aludir a la naturaleza más que en esencia. Por otra parte, otro geometrismo a ultranza, emanado del cubismo analítico, se dejo penetrar por la realidad objetual. Se introdujeron objetos reales a la composici6n del cuadro para analizar puramente el desdoblamiento de sus formas. No, pues, la búsqueda de significados filosóficos o anímicos. Tras la dinamizaci6n formal del orfismo, e incluso del futurismo, se vio que las geometrias se vivificaban si su dinámica se aplicaba a visualizar el orden del mundo físico. Por ejemplo, entre Femand Leger y Robert Delaunay, formas de cubismo se disparan hacia extremos contrarios: el primero al cuestionamiento del industrialismo, el segundo hacia la imaginería poética.

Querido D.F.

Si uno habla del caos urbano, todos creen que atacamos al monstruo defeño como San Jorge al dragón. Pero en el país las ciudades son muchas ya, y lo urbano no es privilegio de horneados; es más, reflejan la transformación de la visión mexicana de las cosas, qué del bucolismo ha pasado a lo pastoral urbano, sobre todo por la cultura visual de la tele que nos unifica. Entonces, un pintor como Lerma, que ha dedicado gran parte de su obra a la geometría artepurista en pos de un arte antiarte espacial urbano, integrable al tráfago, hoy encuentra otros modos de vinculación de pureza e impureza, de rigor y lirismo. En. la primera lectura, su geometría podría corresponder a la arquitect6nica de la gran ciudad, pero no figurativamente. Lerma es arquitecto y por ello analítico, pero antes (o ahora) es un poeta lírico. La bruma defeña -niebla y/o humo- sirve como atmósfera cromática para meter como filosas navajas polígonos planos, principalmente el triángulo, y desarrollos aleatorios de prismas abiertos, para componer un espacio pictórico que abstractamente, se relaciona con el espacio urbano, y claramente por los títulos de los cuadros. Su dinamismo compositivo, rico en formas, líneas, color, texturas, hace del plano geométrico virtualmente bidimensional, materia que se torna orgánica, sensible, como piel que al respirar aire espeso se modula tonalmente, implica la fusión armoniosa dé rigor científico y sueño. Las formas exactas quedan henchidas anímicamente al atravesar atmósferas amorfas para constituirse en su imposible continente. Desbordado el "aire", los planos geomericos estrictos, y por ello "concretos", se retroalimentan significativamente. Mundo físico y mundo anímico son una sola cosa, vasos comunicantes.

Terrenal

A pesar de que la estética geométrica de este siglo aporto conceptos invaluables al devenir del arte, se le considera fría, intelectual y, a veces, peyorativamente, artepuritsta. En la obra de Lerma, tal purismo se asume
como plástica susceptible de aplicación a la realidad inmediata, al entorno en que la geometría de las construcciones citadinas. Son sustitución racional, ¿enajenada?, del paisaje natural. Lerma está de regreso de la posibilidad de embellecer el espacio urbano, y promete una suerte de transfiguración de este principio en un ensueño donde la fealdad de la realidad -esmog, ruido, tráfico e impersonalidad de una ciudad- podría ser motivo, para un expresionista, por ejemplo, de visiones patéticas límite. Pero para Lerma el drama que conlleva esto, es tan sólo un genero, digno de acometerse bellamente si se presta para enriquecer las matizaciones cromáticas y formales de un cuadro, aludiendo la realidad como una forma de tensión más.
Lerma demuestra que el rigor geométrico no tiene por qué ser rigor mortis, e incluso que una atmósfera contaminada es modelo de purezas dramáticas que terminan conjugándose armoniosamente. Estrictamente, este pintor es un paisajista anímico en busca del orden de la geometria como reflejo del urbano. Únicamente, es un matizador de vivencias creativas del geómetra que contrapone estructuras ideales a ideales románticos. Humanamete, busca la dimensión humana en que estos dos planos de realidad se cruzan, el vértice entre racionalismos y emocionalidad de cuya delicadeza depende el vuelo estético estimulante para el espectador transeúnte del aparato urbano que le tocó disfrutar y/o padecer.