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MÓNICA MAYER

Por Carlos Blas Galindo

Viernes 16 de febrero de 1990, Artes Visuales, El Financiero

La artista visual, promotora cultural y activa feminista Mónica Mayer, exhibe a partir del 12 de febrero, en la galería de arte contemporáneo Lourdes Chumacero (Estocolmo 30, colonia Juárez), su exposición individual De niñas y pesadillas*, la cual está integrada con 45 obras sobre papel. En su nivel temático, la producción que exhibe esta artista implica un enfoque crítico y analítico a la vez, de las interrelaciones que generan entre la conducta colectiva de los adultos y el comportamiento infantil, así como también un análisis del importante papel que estas mutuas relaciones tienen en el desarrollo individual y, por ende, en el social**.

Sin duda, uno de los principales hallazgos que pueden ser apreciados en las piezas que la autora exhibe en esta ocasión es la presencia de escenas susceptibles de generar, en los públicos, evocaciones vinculadas con los motivos que ésta contienen. Lo anterior constituye una virtud desde el punto de vista comunicativo ya que, como se sabe, la capacidad de los artistas para despertar, en los espectadores, imágenes o experiencias mnémicas redunda en el incremento de las interpretaciones que estos últimos pueden plantear a partir de las obras de los primeros.

Mónica Mayer cuenta con un estilo sólido y original -logro, por cierto, nada sencillo de conseguir-, por lo que resulta fácil detectar sus obras dentro del amplio conjunto de las que se generan en nuestro medio cultural. Con esta exposición la autora confirma su determinación de proseguir sus indagaciones formales dentro del estilo individual que ha consolidado y, para hacerlo, ha incorporado algunas variantes, nunca radicales, tales como la disminu­ción, en número, de los apoyos ornamentales que caracterizaron su producción anterior.

Los protagonistas, desde el punto de vista iconográfico, de los trabajos que integran De niñas y pesadillas son la propia artista, su compañero Víctor Lerma y los hijos de ambos, Adán y Yuruen. No obstante, el espectador atento evitará confundir este recurso con una posible autobiografía visual de la autora o con una representación descriptiva de prácticas comunes en su familia. Con todo, el que Mónica utilice retratos de su pareja, de sus descendientes y de su persona es un hecho que evidencia que esta artista ha comprendido que su labor profesional y el resto de sus tareas conforman una unidad cuyos componentes no sólo no se encuentran disociados sino que cuentan con influencias permanentes y recíprocas.

Mónica trabaja a partir de imágenes fotográficas que primero reproduce en fotocopiadora y que luego transfiere al soporte definitivo de sus piezas, para posteriormente resolver la integración de esas figuras al contexto de sus obras mediante elementos visuales rítmicos y formas dibujadas: con pluma o pincel, en tinta negra y, ocasionalmente, en acuarela. Con la finalidad de enfatizar los nexos que presenta su producción con las evocaciones que remiten a los componentes antitéticos pero complementarios del aspecto afectivo de la conciencia en las etapas infantil y adulta, la autora ha colocado, en algunos de los recuadros con los que rodea a sus trabajos, trozos de encaje.

Por sus soluciones formales -independientes de lenguajes en boga, aunque relacionadas con expresiones contemporáneas- , por sus acabados -ahora más cuidadosos que en etapas anteriores- y por el dominio técnico de sus materiales -resultado de la innegable madurez profesional de esta autora-, la producción actual de Mónica Mayer constituye una valiosa aportación al desarrollo de la cultura artística del presente.

* El22 de agosto de 1989 Mónica publicó, en la columna Retrazos de esta sección, tres imágenes correspondientes a esta amplia serie.

**Cabe aclarar que la inclusión, en algunos casos, de escenas circenses, denota el deseo de Mónica de homenajear a María Izquierdo.

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